¿Tiene la conciencia un propósito?

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Leandro Castelluccio

Una versión en inglés de este artículo se encuentra en el siguiente link.

Este es un tema muy debatido, que expresa la búsqueda de un valor de utilidad del fenómeno de la conciencia, en términos de adaptación o utilidad para los humanos. También podríamos hacer esta pregunta en el caso de animales no humanos, si resulta que también tienen conciencia. El hecho de que nos hagamos estas preguntas nos dice mucho acerca de la naturaleza aún misteriosa de la conciencia, por ejemplo no nos preguntamos igualmente “¿para qué sirve la digestión?”, ya que sabemos lo suficiente respecto a esto. Pero aun más, todavía no hemos resuelto la cuestión de cómo surge la conciencia de la función cerebral, que es uno de los mayores desafíos de la investigación actual en neurociencia. Podríamos argumentar sin embargo, que no es necesario resolver ese problema antes de poder hablar sobre la función de la conciencia, las dos preguntas están conectadas, y podemos obtener información sobre un aspecto u otro en cualquier dirección, pero la existencia de estos problemas muestran lo poco que sabemos ahora respecto a este fenómeno. Además, está la cuestión de definir la conciencia. Según Wilkes (1984), el término “conciencia” es como la palabra “cosa”, que es útil para designar muchos elementos porque carece de contenido específico. Para Lycan (2006), la “conciencia” se ha utilizado con una gran variedad de significados, e incluso las llamadas “teorías de la conciencia” tienen una estructura intelectual muy diversa. Sin embargo, creo que podemos abordar nuestra pregunta sin profundizar demasiado en cómo debemos definir el término. 

En términos generales, si bien la mayoría de los académicos están de acuerdo en que hay un valor adaptativo de la conciencia, parece que hay una minoría que considera que no es un fenómeno importante en términos de adaptación biológica, sino un subproducto secundario de otros procesos (Earl, 2008) y esto debe ser discutido, tal como indagaremos más adelante.

En Cameron (1998), se menciona que Baars explica en términos simples que la conciencia funciona como un teatro, lo que sugiere una gran cantidad de funciones. Un uso podría ser distribuir información desde una fuente en el “foco de atención” a muchos tejidos objetivo simultáneamente, las funciones ejecutivas de la corteza prefrontal podrían estar involucradas en esto y usar un medio de “publicidad” para controlar las acciones voluntarias. Por otro lado, también podría ser útil para la coordinación de hábitos o recuerdos inconscientes separados. Otra función podría ser la contextualización de eventos, como aprender a usar una palabra en un contexto totalmente nuevo y significativo. Además, la conciencia apoyaría una narrativa sobre las preocupaciones actuales y de largo plazo, y sobre otras personas significativas. Como lo indica Baars, en general, la conciencia es aparentemente necesaria para nuevos tipos de acceso a información, coordinación y control. Esto se apoyaría en el aprendizaje de bio-retroalimentación, que muestra que cualquier neurona o población de neuronas puede estar bajo un control voluntario y preciso cuando se proporciona retroalimentación sensorial consciente inmediata (Cameron, 1998). En el mismo sentido, Baumeister, Masicampo y Vohs (2011) indican que una función de la conciencia se referiría a las respuestas automáticas primordiales, por ejemplo, cuando las personas son conscientes de las emociones, se puede para actuar sobre ellas.

Según Edelman et al. (2011), la ventaja adaptativa de la conciencia reside en la capacidad que otorga a los seres humanos para planificar y prepararse para futuras circunstancias. Esta es una afirmación muy común. En términos generales, se dice que la conciencia mejora los procesos de pensamiento racional y planificación, acción intencional y función ejecutiva (Rosenthal, 2008). Con respecto a este último aspecto, Crick y Koch (1992) han declarado que podría haber neuronas particulares asociadas a qualia(las sensaciones subjetivas o experiencias de las cosas, es decir, lo “rojizo” del rojo (Blackmore, 2005)), y estas neuronas serían aquellas que proyectan a los lóbulos frontales. Además, Naci, Cusack, Owen y Anello (2014) han identificado lo que parece ser un código neuronal común que sustenta experiencias conscientes similares, que consiste en una actividad cerebral sincronizada a través de las cortezas frontal y parietal en regiones conocidas por apoyar la función ejecutiva.

La conciencia también se ha vinculado a la memoria de trabajo. De acuerdo con Baars y Franklin (2003), se puede observar que todos los componentes activos de la memoria de trabajo clásica son conscientes, se refieren a cosas como comentarios, ensayos, operaciones visuo-espaciales, recuperación y reporte. Esto podría apoyarse en el hecho de que la memoria de trabajo y la percepción consciente comparten sustratos neuronales comunes (Soto & Silvanto, 2014), en particular la corteza prefrontal y las conexiones a áreas parietales se han asociado a estados conscientes que forman un espacio de trabajo neuronal global para el acceso consciente a información, que a su vez se ha vinculado con las operaciones de la memoria de trabajo y el control cognitivo. Cuando Baars (1997) habla sobre el “espacio de trabajo global”, por ejemplo, esto implica un evento subjetivamente experimentado que forma parte de la memoria de trabajo. Además, se ha sugerido que la experiencia consciente podría ser una de las funciones del componente ejecutivo central de la memoria de trabajo (Hassin, Bargh, Engell, & McCulloch, 2009). Esto nos habla acerca de las posibles funciones de la conciencia, que vinculan la memoria y la función de la corteza prefrontal, si pensamos que sirve para el control de la acción, la planificación y el razonamiento.

Ramachandran y Hirstein (1997) parecen vincular los conceptos de memoria, función ejecutiva y conciencia en su idea de las leyes de qualia (experiencia subjetiva), leyes que deben estar presentes para tener conciencia. Indican que para tener qualia, las representaciones deben tener la posibilidad de ser utilizadas para otros procesos, y que la experiencia subjetiva debe permanecer por un cierto tiempo (memoria), de modo que los procesos ejecutivos puedan trabajar con ese contenido. Esta idea proviene de la evidencia obtenida por fenómenos como el blidsight. Esta condición ocurre cuando los sujetos son capaces de discriminar cierta información visual sin ser conscientes de ella (Weiskrantz, 1986). Según Milner y Goodale (1995), los pacientes con blindsight pueden girar correctamente un sobre y colocarlo en un buzón, que se encuentra en una posición vertical u horizontal, por ejemplo, aunque no puedan percibir conscientemente la orientación del mismo. Se argumenta que el flujo visual dorsal que procesa la información relacionada con la orientación de los objetos en el espacio y afecta el movimiento del brazo funciona como un reflejo, basado en la información continua que no se retiene, y una vez que la información desaparece, no se puede utilizar para otros procesos, no cumpliendo con las leyes de qualia anteriormente mencionadas (Ramachandran & Hirstein, 1997). No está claro, sin embargo, si esto nos dice que la conciencia es importante para la función ejecutiva, y la memoria sirve como una forma de mantener las representaciones para ese uso, o de hecho, debido a la existencia de la memoria y función ejecutiva, algo así como la conciencia surge.Si la conciencia es un subproducto de esos procesos, la conciencia en sí misma no tendría la función de servir a la planificación y acción ejecutivas, pero un vínculo entre estos dos aspectos parece existir. Esta asociación es muy fuerte cuando consideramos además que la memoria de trabajo tiene correlatos neuronales en la actividad del lóbulo frontal (Todd, Han, Harrison, & Marois, 2011), que también están implicados en la función ejecutiva (Gazzaniga, Ivry, & Mangun, 2013). Al mismo tiempo, se ha demostrado que se observa una activación bilateral general de la red fronto-parietal durante varias tareas de memoria de trabajo (Rottschy et al., 2012). 

Sin embargo, según Ramachandran y Hirstein (1997), los qualia se basarían en las estructuras vinculadas a los lóbulos temporales, ya que la experiencia subjetiva parece no estar asociada a las primeras etapas del procesamiento sensorial, donde no hay muchos resultados posibles, ni a los pasos finales del procesamiento perceptual y la planificación del comportamiento. En su lugar, están vinculados a las etapas intermedias de procesamiento, con los lóbulos temporales actuando como una especie de interfaz entre la percepción y la acción. Debemos tener en cuenta que estos autores consideran que existe una estructura ejecutiva límbica, que está asociada a la toma de decisiones y la planificación conductual a largo plazo, que según ellos es la más probable que esté vinculada a la conciencia en oposición a las estructuras del lóbulo frontal. Para ellos, las lesiones que tienen más probabilidades de producir déficits o alteraciones de la conciencia son aquellas que afectan los lóbulos temporales.

Pero parece que las leyes de los qualia están a veces presentes sin experiencia consciente, lo que indicaría que la memoria y la función ejecutiva no están necesarias vinculadas a la conciencia. De acuerdo con Soto y Silvanto (2014), parece que podemos no ser conscientes de participar en operaciones de memoria de trabajo, como lo demuestra un experimento en el que no hubo evidencia de conciencia cuando los participantes se involucraron en una tarea que usó información de secuencia espacial para guiar el comportamiento, que requiere mantenimiento y actualización de representaciones de memoria. Además, los observadores pueden mantener señales visuales, enmascaradas, ocultas, llenas de distractores similares y aún así realizar un rendimiento significativamente por encima del nivel de probabilidad, durante una prueba de discriminación tardía. Las funciones cognitivas de alto nivel, como los cálculos aritméticos y la lectura, pueden llevarse a cabo sobre información no consciente. Estas se incluirían en el repertorio de funciones de memoria de trabajo y dependerían de la disponibilidad del componente ejecutivo de la misma (Soto & Silvanto, 2014). Podríamos argumentar, por lo tanto, que algo más debe ser clave para que la conciencia suceda. Este es un problema si estamos tratando de determinar la función de la conciencia, ¿la conciencia estaría realmente sirviendo al razonamiento y la planificación?

Por otro lado, la conciencia también parece estar implicada en la cognición social, en el caso, por ejemplo, de simular mentalmente las perspectivas de otros, que podrían ser una de las funciones principales de la conciencia. Sin embargo, según estos Baumeister et al. (2011), la conciencia también puede tener efectos contraproducentes y inadaptados, aunque podríamos decir que los efectos beneficiosos habrían sido suficientes para que la conciencia haya sido favorecida por la evolución.

Con respecto a la conciencia y el comportamiento complejo, Xiang, Wang y Zhang (2013) indagan sobre si la conciencia es necesaria para la detección y resolución de conflictos. Utilizaron potenciales relacionados con eventos de alta resolución temporal (ERP en inglés) para separar la detección de conflictos de la resolución de conflictos en una tarea de Stroop principal enmascarada. Llegan a la conclusión de que la información de conciencia de conflicto puede no ser necesaria para detectar el conflicto, pero que puede modular la detección de conflictos y que la información de conciencia de conflicto puede ser una condición de frontera necesaria para el inicio posterior de operaciones de control en la red de control parietal (PFC) más extendida.

A su vez, según Palmer y Ramsey (2012), la conciencia tiene un papel importante en la integración multisensorial. Esto se refiere al proceso mediante el cual la información de diferentes modalidades sensoriales se combina para formar una representación consistente e integrada de un objeto o evento. Aunque los efectos intermodales pueden ocurrir en ausencia de conciencia, parece que la conciencia es necesaria para que la información de las representaciones en cierta modalidad atraviese otras modalidades. De acuerdo con esto, Baddeley (2000) afirma que el búfer episódico (un concepto que se relaciona con la memoria de trabajo) proporciona un almacenamiento temporal de la información contenida en un código multimodal que tiene la capacidad de integrar otra información de los sistemas subsidiarios, y también de memoria a largo plazo, para formar una representación unitaria, donde la experiencia consciente sería el modo principal de recuperación de este búfer. Aquí la integración multisensorial y la memoria están vinculadas. Esta idea de un búfer episódico que almacena información en un código multimodal, vinculándolo desde los sistemas subsidiarios, también tiene sentido en términos de nuestro percepción de una experiencia consciente unificada e integrada.

Rosenthal (2008) concluye, sin embargo, que es poco probable que la conciencia de los estados cognitivos y desiderativos sea útil para estos fines. Para él, los estados conscientes son el resultado de otros desarrollos psicológicosde gran utilidad, algunos de los cuales están relacionados con el lenguaje. Rosenthal ejemplifica la consideración de la conciencia como un subproducto de otros procesos. El argumento se deriva en parte, debido a lo siguiente: si pensamos en la teoría de la conciencia de los pensamientos de orden alto (HOT en inglés), se argumenta que los HOT distintos que ocurren serían muy costosos en términos cognitivos y neuronales, al punto de que una disposición para que tales HOTs ocurran en base a otros procesos es más probable. Aquí comenzamos a ver la otra imagen del problema, ¿es la conciencia algo secundario a otras funciones?

Earl (2008) afirma que un número reducido de personas considera que una experiencia cualitativa, como la experiencia de cierto color cuando se ve uno, es causada por un evento neuronal, que afecta a otros eventos neuronales que tienen un impacto en el comportamiento, pero la experiencia cualitativa en sí misma no es la causa de ese comportamiento, sino el resultado de otros eventos neuronales que determinan el comportamiento. Sin embargo, el autor indica que este argumento es muy simplista y que carece de pruebas suficientes. Por ejemplo, Edelman et al. (2011) indican que la conciencia no es causal en un sentido fenomenológico, que son las estructuras neuronales que subyacen a la experiencia consciente lo que implica la causalidad. Pero en ese caso, las experiencias subjetivas conscientes no son entidades separadas de las estructuras neuronales, atadas a sus propios principios, de hecho, corresponderían a las discriminaciones internas que se correlacionan con la actividad del “núcleo dinámico”, un concepto desarrollado en parte por Edelman. Aún así, la conciencia parece ser el resultado de algo, pero la barrera propuesta por el problema difícil (Chalmers, 1996) de encontrar una explicación científica para la conciencia en términos de la experiencia subjetiva (los qualia), es solo aparente para estos autores, y no debemos pensar en causas cerebrales y causas fenomenológicas, por lo que si encontramos un papel adaptativo de los correlatos neuronales de la conciencia, podríamos pensar que existe un valor adaptativo de la conciencia.

Si pensamos en las propiedades complejas de los organismos, todos podemos concluir que han evolucionado por selección natural, por lo que se argumenta que la conciencia también ha evolucionado a través de este mecanismo, lo que sugeriría que existe una ventaja para el organismo, y una función importante que cumple para la supervivencia del mismo (Earl, 2008). Sin embargo, en este punto nos encontramos con otro problema que nuestra pregunta representa: no todos los aspectos de un organismo son “para algo” en particular (no representa necesariamente una adaptación evolutiva) (Not an adaptation, nd – vea el enlace en “Referencias”). Una propiedad de un organismo podría ser un resultado aleatorio de la historia, al igual que la secuencia de bases GGC, que codifica el aminoácido glicina en una proteína, no hay ninguna razón particular para eso, y representa un accidente histórico. Además, existe una deriva genética, que ocurre cuando una variación presente en las poblaciones no afecta la aptitud física de una manera u otra, como una base “A” frente a “G” en un punto particular del genoma que no tiene ningún efecto en la supervivencia o la reproducción. Además, cierta cualidad podría ser un subproducto de otra característica, como el enrojecimiento de la sangre, que es el resultado de su química, que hace que refleje las ondas de luz roja (Not an adaptation, n.d). Este último caso sería el que discuten principalmente aquellos que no ven una ventaja de la conciencia en sí, sino que la consideran un producto secundario (Earl, 2008). Y esto no es todo, por ejemplo, una propiedad de un organismo puede ser una adaptación obsoleta, es decir, un rasgo que fue una adaptación para entornos pasados ​​pero no para el actual. De manera similar, una “exaptación” es una característica que cumple una función que no fue producida por la selección natural para su uso actual, este podría ser el caso de las plumas que originalmente podrían haber surgido para el aislamiento, y solo posteriormente se usaron para el vuelo (Not an adapation, n.d). 

Por lo tanto, el vínculo entre la evolución (selección natural) y la función o el propósito de las propiedades del organismo no es tan directo o natural. Todo esto representa un desafío cuando pensamos para qué es la conciencia, no deberíamos precipitarnos a considerar que la conciencia está cumpliendo una función, podría no hacerlo, o incluso de forma posible, podría haber tenido una función pero ya no la tiene o pudo haber tomado una nueva función que no era la original para la cual evolucionó.

Según Baumeister et al. (2011) sin embargo, la evidencia de causas conscientes de la conducta es fuerte y extensa, pero este tipo de causa es a menudo indirecta y se retrasa, interactuando con los procesos inconscientes, aún así, la conciencia desempeñaría un papel clave en muchos procesos. Indican, por ejemplo, que la simulación consciente contribuye al comportamiento posterior y funciona como un tipo de ensayo mental. Además, los pensamientos conscientes repetitivos que se centran en la planificación tienden a mejorar el rendimiento y los resultados posteriores, lo que indica una función de anticipación y planificación de la conciencia. En ese sentido, se ha encontrado que los pensamientos acerca de los pasos concretos para resolver problemas llevan a un mejor manejo en caso de infortunios. Además, pensar en eventos pasados, o pensar en ellos de cierta manera, puede alterar el comportamiento futuro y otros resultados. En este caso, la conciencia desempeñaría un papel en la reproducción, interpretación y reflexión sobre eventos pasados ​​que finalmente afectan el comportamiento (Baumeister et al., 2011).

Además, todavía hay un tema controvertido, si la conciencia no tiene una función significativa para los seres humanos, se podría considerar la posibilidad de zombis mentales, como Chalmers (1996) propone, la idea de que las mismas funciones que exhibe un ser humano, en términos de razonamiento, sentir o mostrar ciertos comportamientos, podrían ser posibles sin ninguna conciencia fenomenológica. Aunque se argumenta por ejemplo que el razonamiento lógico depende de los sistemas mentales que usan el pensamiento consciente, se ha afirmado que los procesos inconscientes implican una capacidad superior y generan elecciones y decisiones mejores y más lógicas. Sin embargo, la evidencia de esto es proporcionada por casos como los experimentos en Dijksterhuis et al. (2006), donde, según Baumeister et al. (2011), el razonamiento no es realmente necesario, donde la tarea simplemente implica una adición de características, por lo que es posible que las personas puedan elegir la opción en la tarea basándose en una característica altamente ponderada. En relación con todo esto, una pregunta interesante que podríamos plantearnos es cómo el cerebro “piensa o reflexiona” sobre la experiencia subjetiva si la experiencia fenomenológica se separa o no se vincula de ninguna manera con la biología o la actividad neuronal. Esto nos hace pensar que los dos están relacionados, o quizás son lo mismo, pero no creo que podamos hacer esa afirmación tan fácilmente, en mi opinión, se necesita más debate.

Bargh y Morsella (2008) argumentan que los procesos inconscientes no son menos flexibles, complejos, controladores, deliberativos u orientados a la acción que los conscientes. Parece que hay sistemas independientes de guía de conducta, inconscientes, perceptivos, evaluativos y motivacionales. Estos evolucionaron como fuente de impulsos de acción adaptativos y apropiados. Estas preferencias activadas de manera inconsciente deben encontrarse directamente conectadas a mecanismos de comportamiento. Varios estudios parecen mostrar esta conexión, por ejemplo: los procesos de evaluación inmediatos e involuntarios están directamente vinculados al enfoque y evitan las predisposiciones de comportamiento (Bargh & Morsella, 2008). Además, como mencionan estos autores, los hallazgos respaldarían que los complejos fenómenos de juicio y conducta operan fuera de la conciencia. Según ellos, algunos estudios han demostrado que la búsqueda inconsciente de objetivos produce los mismos resultados que la búsqueda consciente de objetivos. Entonces, si los procesos y el comportamiento mentales complejos pueden ocurrir sin conciencia, entonces encontrar una función de la conciencia parece ser aún más difícil. Según Baumeister et al. (2011), la conciencia parece ser especialmente útil para permitir que el comportamiento sea moldeado por factores no presentes y por la información social y cultural, y también para tratar con múltiples opciones o impulsos en competencia. Pero, como afirman, es plausible que casi todos los comportamientos humanos provienen de una mezcla de procesamiento consciente e inconsciente.

Creo que esta es una idea importante para reflexionar. No deberíamos excluir la posibilidad de que la consciencia sea un subproducto de otros procesos, y cuando decimos que la consciencia es útil, entonces sería la utilidad de los factores subyacentes de los que estamos hablando. Como se muestra, este es un tema muy debatido, pero se han logrado avances, aunque puede llevar mucho tiempo antes de que obtengamos respuestas definitivas. 

Referencias

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