El acceso a la información académica y científica y el derecho a la información

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Leandro Castelluccio

Hoy en día vivimos un fenómeno interesante y que impulsa el debate en lo que respecta a democratización y acceso a la información. Se trata del sitio web Sci-hub que ha abierto una puerta al conocimiento para muchos que de otra forma no podrían acceder. 

El proyecto Sci-Hub comenzó a funcionar el 5 de septiembre de 2011.La propia creadora del sitio Alexandra Elbakyan (desarrolladora de software e investigadora en neurotecnología de Kazajistán) afirma que una de las razones de su creación ha sido la posibilidad de acceder a miles de artículos científicos (el sitio cuenta de hecho con millones) y así logar favorecer la diseminación de la ciencia. Las ventajas que tiene esto son muchas, ya que ayuda a miles de personas por ejemplo a completar sus estudios académicos y trabajar en la producción de conocimiento, sobre todo en países en desarrollo como sucede en Latinoamérica con dificultad en el acceso a las bases de datos pagas que contienen dichos artículos. 

Sin embargo, hay un problema. Dicho sitio web es considerado “pirata” ya que ofrece miles de artículos científicos contenidos en bases de datos pagas de forma gratuita, generando trasgresiones legales, a las cuales se enfrenta su fundadora y el sitio. Al respecto, la editorial académica Elsevier presentó en 2015 una querella en Nueva York, en la que alega la comisión de infracciones de derechos de autor por parte del sitio Sci-Hub. En consecuencia, el nombre de dominio original del proyecto, sci-hub.org, se suspendió en un principio, debido a un requerimiento judicial, pero el proyecto resurgió con un dominio “io”.​ Posteriormente, tanto el dominio “.io” como otros dominios del proyecto fueron suspendidos, pero el sitio mostró su perseverancia al mantenerse disponible a través de nuevas direcciones.

¿Cuál es el debate global respecto a este fenómeno?

Hoy en día existe una creciente cantidad de revistas científicas de calidad que ofrecen sus contenidos de forma abierta sin necesidad de subscripciones o pagos puntuales. Sin embargo, estas no alcanzan la reputación de las grandes revistas académicas que ofrecen sus contenidos a través de bases de datos pagas. Al menos que uno pertenezca a una universidad u organización que subscribe y financia el acceso a dichos artículos, no hay forma de acceder a la ciencia que representa tales artículos sin pagar un monto cuantioso de dinero. Y esto es así en la medida que cualquier trabajo mínimo de tipo académico-científico requiere acceder a un par de decenas de artículos, y los portales llegan a cobrar varias decenas de dólares por el solo acceso a uno de dichos artículos. El término en inglés “Paywall” (muro de pago) se ha vuelto popular y es fruto de producción académica dentro de la misma comunidad científica, producción que irónicamente muchas veces no se puede acceder debido al alto costo de visualizar el artículo respecto al tema. El problema es tal que llega al punto de que hacer una simple revisión bibliográfica sobre una temática puede significa un costo de varios cientos de dólares, un precio que muy pocos pueden sobrellevar, en particular estudiantes, pero tampoco por parte de científicos independientes, o personas formadas con curiosidad intelectual, entorpeciendo la descentralización de la producción científica y académica, tradicionalmente centrada en determinadas instituciones. De esta forma la relación costo-beneficio de pagar por dichos artículos se vuelve extremadamente dura y ralla con lo increíble. 

¿Es éticamente justa esta situación con el ciudadano?

Uno puede preguntarse por qué los científicos no publican sus trabajos en portales de acceso libre. Pues el propio sistema académico atenta contra ello. 

Hoy en día, el “éxito” de un profesional académico está medido en la cantidad de artículos de su autoría que llegan a revistas de alto impacto, las cuales son revistas de acceso pago. El “poder” de dichos portales yace en el alto impacto que tienen a nivel de la comunidad académica, que hace que los científicos estén presionados en publicar en los mismos por el compromiso con sus propias carreras académicas en vez de tener la facilidad de optar por publicar sus artículos en medios de acceso libre pero de menor impacto. 

Tampoco se debe negar que tales revistas prestigiosas ofrecen una revisión por pares de calidad de altísimo nivel que no todos los medios gratuitos llegan a ofrecer o poder cubrir, pero tampoco es absolutamente cierto que esa calidad de revisión no pueda abrirse de la misma manera en que se generan contenidos de calidad en plataformas de tipo “open-source” que rivalizan con aplicaciones pagas, generando un control de calidad democratizado donde todos contribuyen. Podríamos considerar que este camino puede aplicarse al futuro de la ciencia sin eliminar el prestigio de un medio de difusión y con el beneficio agregado de un acceso libre a la información. 

También hay otra cuestión en este asunto y que refiere a la pregunta anterior de si esta situación es éticamente justa. Podría decirse que los portales pagos y las revistas de alto impacto tienen el peso legal a su favor frente al portal Sci-hub, ¿pero realmente lo tienen en el fondo? Un hecho importante en este sentido es que gran parte de los artículos científicos en dichas bases pagas han sido financiados con fondos públicos y llevados a cabo en universidad públicas, o sea, han sido financiados por los ciudadanos que ahora ya no pueden acceder libremente al resultado de los mismos. Esto conlleva un doble perjuicio contra la persona: por un lado el individuo no ha tenido mucho poder de decisión a la hora de elegir donde invertir esos fondos substraídos de su parte al tiempo que tampoco se le permite acceder a algo que este ha financiado. Esto significaría que es legítimo que los contenidos académicos estén libres para el acceso de todos los ciudadanos

Pero también existe otro problema, y es que debemos respetar los contratos y las normas legales, y violaros y justificar la distribución de artículos pagos de forma libre tampoco es una situación óptima porque introduce una aparente justificación de la trasgresión, un camino peligroso en general, ya que grupos diversos pueden sentirse justificados en acciones trasgresoras (particularmente si son violentas) porque consideran que están en su derecho. 

¿Cómo se sale entonces de esta encrucijada? Creo que la batalla debe jugarse dentro de la ley, y poner sobre la mesa todos los argumentos posibles que demuestren que la situación es de hecho contraproducente o incluso ilegítima, y que la justicia se expida al respecto. Al mismo tiempo que a futuro debemos construir una base libre, de prestigio, y una revisión democratizada de la ciencia. 

Fuente

https://es.wikipedia.org/wiki/Sci-hub

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