Post-racionalismo y salud mental

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Leandro Castelluccio

Una versión en inglés de este artículo se encuentra en el siguiente link.

¿Qué es mejor para nuestra salud mental: pensar en nuestros problemas o no pensar en ellos? ¿Enfocarnos y pensar en nuestros propios pensamientos, lo que estamos experimentando, nuestras emociones, nuestro comportamiento, o no pensar en ellos en absoluto y solo experimentarlos? ¿O es un término medio?

Hay una diferencia entre los problemas según son percibidos y lo que realmente son, generalmente lo que pensamos acerca de la realidad es diferente de lo que realmente sucede, aunque este problema es más complejo porque podemos argumentar que los problemas surgen en la intersección entre la realidad y nosotros mismos, como con la percepción, que depende de nuestras estructuras cerebrales y de lo que existe en la realidad.

La pregunta está estrechamente relacionada con nuestras habilidades metacognitivas. Uno podría pensar que si no tenemos la capacidad de darnos cuenta de lo que nos sucede o de cuáles son nuestros pensamientos problemáticos, no tendríamos los problemas que tenemos, pero esto no debería hacernos pensar que la ausencia de metacognición nos lleva a un estado saludable. En ese caso, más bien, aparecen otros problemas, porque no podemos, por ejemplo, conectar nuestros problemas con la forma en que actuamos y pensamos, lo que nos hace tener esos problemas de acuerdo con la forma en que interactuamos con la realidad.

Según Lysaker et al. (2005), la metacognición se relaciona con la capacidad de evaluar y planificar estrategias de acción para problemas, especialmente aquellos relacionados con los estados mentales. En términos generales, de acuerdo a los artículos sobre metacognición y autorregulación, la capacidad de pensar sobre nuestros propios estados mentales, nuestras emociones, lo que percibimos, lo que creemos, etc., afectan nuestra experiencia y regulan las emociones en sí, y se asocia una disminución de la metacognición con una amplia gama de problemas. Por ejemplo, se considera que el mal conocimiento es el síntoma más común en los sujetos con esquizofrenia. Como Lysaker et al. (2005) señalaron, la importancia clínica de los déficits de percepción se destaca aún más por su asociación con el incumplimiento del tratamiento (ejemplo: McEvoy et al., 1989; David et al., 1992; Perkins, 2002), mal funcionamiento psicosocial (ver en: Dickerson et al., 1997; Amador et al., 1994), deterioro funcional premórbido (Debowska et al., 1998), mal pronóstico (Schwartz et al., 1997), hospitalizaciones involuntarias (Kelly et al., 2004) y una mayor utilización de los servicios de emergencia (Haro et al., 2001). Es por esa razón que hay un interés creciente en estudiar y explorar, por ejemplo, la neurobiología del insight. En ese sentido, siguiendo a Lysaker et al. (2005), se ha examinado una posible relación entre la función prefrontal y el insight en varios estudios de imágenes estructurales (ver en: David et al., 1995; Rossell et al., 2003; Takai et al., 1992; Laroi et al ., 2000; Flashman et al., 2001; Shad et al., 2004). Consideremos, por ejemplo, la correlación entre el déficit de la corteza prefrontal dorso lateral (DLPFC) y el desconocimiento de la enfermedad (Flashman et al., 2001; Shad et al., 2004), que se ha explicado sobre la base de un papel fundamental de DLPFC en el autocontrol y organización conceptual. La corteza orbitofrontal (OFC), por otra parte, una subregión prefrontal, tiene conexiones directas con las estructuras límbicas (ver en: Schultz et al., 2000; Wallis et al., 2001), que podrían integrar información de varias áreas límbicas, y debido a sus conexiones recíprocas, pueden jugar un papel crítico en la correcta atribución de la prominencia, en la que los eventos y los pensamientos controlan la acción e influyen en el comportamiento (Kapur, 2003). Es posible que la alteración en la función del OFC pueda resultar en una “prominencia aberrante” y por lo tanto en una incapacidad para atribuir correctamente los síntomas a una enfermedad (Lysaker et al., 2005). Además, hay algunas pruebas que relacionan tanto el volumen total del cerebro más pequeño como la atrofia cortical frontal con un insight pobre de esta población con esquizofrenia. Según Sapara et al. (2007), el volumen más pequeño de la materia gris prefrontal se asocia con un insight deficiente de la presencia de enfermedad en pacientes con esquizofrenia estable. Contrariamente a esto, vemos cosas como una experiencia de meditación de insight extensa, que implica atención enfocada a experiencias internas, se asocia con regiones cerebrales más gruesas vinculadas con la atención, la interocepción y el procesamiento sensorial, estas áreas incluyen la corteza prefrontal y la ínsula anterior derecha (Lazar et al ., 2005). En el experimento realizado por estos autores, las diferencias entre grupos en el grosor cortical prefrontal fueron más pronunciadas en los participantes de mayor edad, lo que sugiere también que la meditación podría compensar el adelgazamiento cortical relacionado con la edad.

Aunque no estamos diciendo que con metacognición necesariamente estemos pensando en nuestros problemas, ya que pensamos en el pensamiento mismo, como una de las posibilidades, es probable que una cosa conduzca a la otra, y que nuestro pensamiento esté vinculado a los problemas que percibimos. Podríamos decir que la metacognición podría estar más en el nivel que evalúa nuestros estados mentales de una manera más racional. Una terapia efectiva que se ocupa de nuestros pensamientos es la terapia cognitiva conductual.

La terapia cognitivo conductual es una terapia psicológicacon un gran componente de apoyo científico para el tratamiento de problemas como la ansiedad y la depresión, entre otros. Los trastornos psicológicosgeneralmente se expresan en los niveles de pensamientos, conductas y emociones. La terapia cognitivo conductual se enfoca en eliminar o modificar los pensamientos y conductas para que no generen dificultades a la persona.

La terapia trabaja en la modificación de los pensamientos negativos para que el individuo pueda aprender formas de pensamiento más flexibles y positivas, específicamente, formas más racionales, que afectarán los estados emocionales y afectivos del sujeto de una manera positiva. El eje del asunto está en los pensamientos y creencias distorsionadas que mantiene la persona, que son manejados y reforzados por los llamados errores cognitivos o sesgos de la percepción. La pregunta es: ¿es este enfoque de los problemas mentales siempre efectivo? ¿Puede haber una manera más efectiva de tratar estos problemas psicológicos?

Dentro de la teoría cognitiva aplicada a la psicoterapia, tenemos enfoques como la teoría del estilo atributivo, donde los tipos de causas que atribuimos a los eventos parecen tener un impacto en nuestra salud (Peterson & Seligman, 1987; Kamen & Seligman, 1987). En este sentido, ciertos problemas de salud mental se relacionan con una forma específica en la que pensamos acerca de las causas de nuestros problemas. Otro enfoque es el de Beck (1979), en el cual los eventos estresantes activan ciertos esquemas, más un sesgo en la cognición, que produce reacciones emocionales que impregnan nuestros problemas mentales. Todo esto tiene implicaciones sobre cómo pensamos acerca de la cognición y la emoción, ya que existe una relación entre las dos cosas, y la psicoterapia cognitivo conductual se centra en cambiar el significado de las creencias y atribuciones para lograr un cambio emocional, porque se considera que la forma en que pensamos las cosas son responsables de nuestras emociones. En este sentido, la resolución emocional de nuestros problemas es una tarea intelectual, pero esto parece tener problemas propios, ciertos vacíos que no se ajustan a la teoría. Por ejemplo, podemos experimentar reacciones emocionales sin poder identificar los pensamientos previos que las causaron. Además, podemos pensar en emociones sin reacciones. Actualmente, los autores piensan que esta disparidad entre pensamientos y emociones apunta a la existencia de creencias intelectuales y emocionales. Esto sigue la Teoría de subsistemas cognitivos interactivos (ICS en inglés) (Barnard & Teasdale, 1991; Teasdale & Barnard, 1993) donde hay dos niveles de significado, uno proposicional, que tiene contribuciones indirectas a la emoción y uno implicacional que está directamente relacionado con la producción de emociones. En este sentido, tenemos sensaciones o sentidos implícitos de algo, como la sensación de que “algo está mal o está bien”.  

Todos conocemos la diferencia entre “saber con la cabeza” y “sentirlo”. En la terapia es común ver y entender nuestros patrones de pensamiento como irracionales, podemos decir “sí, esto es racional”, pero no necesariamente lo sentimos de esa manera, esto porque hay dos niveles de significado, y tenemos creencias cognitivas versus emocionales, por lo que podríamos reconocer y pensar nuestros pensamientos como irracionales, pero aún así de manera implícita y profunda, podríamos no creerlo. En ese sentido, podríamos decir que no estamos completamente convencidos de que la idea o el pensamiento es irracional. Por lo tanto, el procesamiento de las emociones a través de la ruta cognitiva no siempre puede ser útil para resolver problemas emocionales, y esto puede ser un problema en la psicoterapia cognitivo conductual, donde los cambios emocionales pueden estar en un nivel más profundo, en lugar de en el nivel cognitivo o conceptual del significado. Debemos entender que las creencias emocionales no son más verídicas que nuestros entendimientos racionales, esto es lo que podríamos decir que implícitamente trata de desarrollar la Terapia Cognitiva, pero lo que también debemos entender es que esto no puede lograrse necesariamente a través de formas cognitivas y entendimientos racionales, no incluso a través de técnicas de comportamiento, y este podría ser el caso muy a menudo, por lo que necesitamos abordar el problema con una forma experiencial de procesar estas creencias.

Pero cuando en la terapia cognitiva reconfiguramos nuestras formas de pensar sobre algo, podríamos estar contribuyendo indirectamente a no pensar en el problema, decimos “esto es más racional” y lo dejamos así, en lugar de rumiar constantemente en el mismo patrón de pensamiento. Pero más eficiente podría ser no pensar en el problema y sus posibles causas, consecuencias e implicaciones, y solo tenerlo en cuenta, cómo se presenta, cómo se siente. Esto nos coloca en un nivel implicacional, en una forma experiencial y no conceptual de abordar el problema, lo que podría ser más beneficioso para nuestra salud mental que pensar en el problema, porque en la forma conceptual no alcanzamos todos los significados, solo el proposicional, y por lo tanto no nos ponemos en contacto profundamente con la creencia emocional.

Aunque no está claro cómo solo hacer esto permite un cambio en la creencia emocional. Tal vez permita llegar a la creencia para asociarla a experiencias que la contradigan y luego cambiarla, de una manera que sea más fácil o más eficiente, así que cuando estamos en un modo experiencial podemos ver mejor la irracionalidad y la inexactitud de creer en algo en particular, podemos lograr un insight: una integración holística de significados, con ideas, experiencias, pensamientos, recuerdos y otras emociones, que es mucho más poderoso para resolver y cambiar nuestras preocupaciones emocionales. Teasdale (1999) propuso que el cambio en los modelos mentales esquemáticos se facilitaría mediante el procesamiento en el nivel implicacional, respaldado por el acceso más directo y la modificación de los modelos mentales disponibles en este modo. En este sentido, se predice dentro del marco de la ICS, que el procesamiento autocentrado del material emocional sería adaptable y facilitaría el procesamiento emocional en el modo experiencial correspondiente al nivel implicacional, pero sería desadaptativo y evitaría un procesamiento emocional efectivo en el modo conceptual-evaluativo. La evidencia de esto es proporcionada por el estudio realizado por Watkins (2004) mencionado más adelante en este ensayo.

Una forma en que podríamos alcanzar este modo experiencial es a través de la meditación. La mediación tampoco debe pensarse como algo separado de un enfoque conceptual, ya que la meditación de atención plena, por ejemplo, puede ser una forma de dejar de pensar negativamente sobre nuestros problemas, lo suficiente para que podamos entablar un diálogo más racional con nosotros mismos.

La investigación ha proporcionado evidencia de mejoras inducidas por la meditación en el bienestar psicológicoy fisiológico, incluidos beneficios en las funciones cognitivas de orden superior que alteran la actividad cerebral (Luders, Toga, Lepore, & Gaser, 2009). De acuerdo con la investigación de estos autores, se detectaron correlatos de la meditación a largo plazo, con volúmenes de materia gris significativamente más grandes en los meditadores de la corteza orbito-frontal derecha, así como en el tálamo derecho y el giro temporal inferior izquierdo cuando se co-variaban por edad y/o se bajaban los umbrales estadísticos aplicados. Los meditadores también mostraron volúmenes significativamente más grandes del hipocampo derecho. Estas regiones orbito-frontales y del hipocampo se han implicado en la regulación emocional y el control de respuesta (siguiendo a Luders et al., 2009). Según los autores, los volúmenes más grandes en estas regiones podrían explicar las habilidades y hábitos singulares de los meditadores para cultivar emociones positivas, mantener la estabilidad emocional y participar en conductas conscientes. Esto es solo citando uno de los cientos de artículos que muestran efectos duraderos en el volumen y la función del cerebro, lo que sugiere que la práctica de la meditación podría integrarse en nuestra vida cotidiana y conducir a una forma de ser que aumenta la frecuencia en la cual estamos en un modo experiencial, con todos sus beneficios argumentados para resolver inquietudes emocionales.

El objetivo de la atención plena es orientarse a los eventos y experiencias en curso de manera receptiva y atenta, sin juzgar, este es un modo de procesamiento experiencial, que tiene implicaciones en la forma en que percibimos y respondemos a situaciones de estrés. La atención plena entonces promovería formas más objetivamente informadas de actuar ante situaciones estresantes, que luego se pueden ver en términos más benignos o neutrales. Esta es una forma en que la atención plena también puede ayudar con los problemas emocionales. La evidencia apoya esto, demostrando que la atención plena promueve la desensibilización y la reducción de la reactividad emocional ante estímulos potencialmente amenazadores (Weinstein, Brown, & Ryan, 2009). Por lo tanto, la técnica de la atención plena es un método en el que los pensamientos se experimentan como transitorios, más relacionados con los eventos psicológicosque con los reflejos de una realidad absoluta. Esta práctica puede facilitar y fortalecer esta capacidad para una reevaluación positiva, que va de la mano con la idea de un modo experiencial de tratar los problemas. Este es un punto clave, que separa la conciencia conceptual de la experiencial.

Hay varios estudios que abordan este tema del modo experiencial versus conceptual. Según Gadeikis, Bos, Schweizer, Murphy y Dunn (2017), hay indicaciones de que participar en el procesamiento experiencial (a través de la conciencia directa de la experiencia sensorial y corporal) refuerza la experiencia de la emoción positiva. En el experimento de dichos autores, un mayor uso espontáneo del procesamiento experiencial durante una tarea de memoria se asoció con una mayor experiencia de felicidad. Además, el procesamiento experiencial aumentó la experiencia de felicidad en relación con otras condiciones, aunque no todas. Los resultados sugieren que involucrarse en el procesamiento experiencial es una forma efectiva de regular la experiencia positiva de la emoción durante el recuerdo positivo.

Consideremos en profundidad el estudio de Watkins (2004), que trata de abordar la hipótesis de que existe un autofoco rumiante adaptativo y desadaptativo durante el procesamiento emocional, que aumenta o mantiene los síntomas depresivos o los alivia. Como se menciona en el estudio, un mayor enfoque en uno mismo está asociado con la depresión (Ingram, 1990; Pyszczynski & Greenberg, 1987). Además, en estudios experimentales, la rumiación intensifica el humor disfórico y el pensamiento negativo, a la vez que altera la resolución de problemas (Lyubomirsky & Nolen-Hoeksema, 1995; Lyubomirsky, Tucker, Caldwell, & Berg, 1999; Watkins & Baracaia, 2002).

Watkins (2004) tiene en cuenta el marco de subsistemas cognitivos interactivos (ICS) (Teasdale & Barnard, 1993), que, como se mencionó anteriormente, propone dos niveles de significado cualitativamente diferentes: un nivel implicacional (caracterizado por una experiencia experiencial directa, no evaluativa, de una conciencia de la experiencia en el momento) y un nivel proposicional (caracterizado por el pensamiento conceptual, analítico y evaluativo sobre el yo). Este estudio de Watkins (2004) está probando la hipótesis de que un enfoque repetido y prolongado en un evento perturbador resultaría en una menor recuperación (concebido por un mayor estado de ánimo negativo, por ejemplo,) en un modo conceptual-evaluativo en comparación con un modo experiencial .

La metodología y el procedimiento del estudio involucraron la participación de 78 personas (35 hombres, 43 mujeres, edad M. 30.5, SD 9.7), quienes se ofrecieron como voluntarios para el estudio desde una universidad de Londres. Se utilizaron diferentes instrumentos para recopilar la información relevante para el estudio y de las variables analizadas, como el Impacto de la Escala de Evento, el BDI o el ACS.

Hubo una inducción negativa del estado de ánimo a los participantes, realizada por la versión de falla (McFarlin & Blascovich, 1984) del Remote Associates Test (RAT; Mednick, 1962), en la que los participantes intentan resolver 10 problemas, en una duración de 5 minutos, cada uno de los cuales implica encontrar una cuarta palabra que se relaciona con un conjunto de tres palabras presentadas. En promedio, sin embargo, solo se responde correctamente a un problema, lo que induce efectivamente el estado de ánimo negativo (de acuerdo a Brown & Dutton, 1995). Para mejorar la inducción, se informó a los participantes que la prueba era una medida breve del coeficiente intelectual y se correlacionaba con el desempeño académico y profesional exitoso. El razonamiento dado a los participantes fue que el estudio investigaba cómo las personas lidian con el estrés de las pruebas.

Todos los participantes fueron asignados al azar a una de dos condiciones de ensayo. Se combinaron para referencias al yo, a los sentimientos y al examen, cada uno con las mismas instrucciones iniciales. En la condición conceptual-evaluativa, se instruyó a los participantes para que escribieran sobre las causas, razones y significados de su desempeño y sus sentimientos; mientras tanto, en la condición experiencial, se les instruyó a los participantes a escribir sobre su experiencia directa de su desempeño y sus sentimientos, que incluían sus procesos mentales y el uso de su experiencia como guía de soluciones.

En general, la metodología y el análisis del estudio son sustancialmente sólidos. Por ejemplo, los análisis de varianza (ANOVA) y las pruebas de chi-cuadrado se calcularon para examinar si había diferencias en las variables de fondo entre los participantes asignados a cada condición de escritura. Los aspectos positivos de la metodología del estudio son la selección cuidadosa de las pruebas, que se ha demostrado que adquieren información relevante para el estudio, por ejemplo, el ACS, que se eligió porque mide la tendencia a detenerse en eventos pasados ​​independientemente del modo de procesamiento. Además, se tomaron precauciones para garantizar que las instrucciones para las diferentes condiciones fueran lo suficientemente similares como para no generar diferencias en la claridad, la experiencia, la evaluación conceptual y el impacto emocional. Sin embargo, debido a que la suposición subyacente es que el modo experiencial es lo que actúa como un factor del estado de ánimo negativo reducido en comparación con el modo conceptual, para llegar a esa conclusión, uno debería asumir que en efecto ocurren diferentes procesos de acuerdo con la condición. Por lo tanto, la metodología del estudio podría haberse mejorado si se hubieran realizado análisis adicionales para evaluar este punto. Se podría haber utilizado una tarea de escritura en la que los participantes expresaran las observaciones o pensamientos que tenían de la experiencia resultante, de acuerdo con la condición. Un análisis cuantitativo del número de palabras que se refieren al yo, nociones experienciales o evaluativas, podría haber sido útil para determinar si las condiciones diferían en este sentido o no.

Independientemente de esto, los resultados muestran que para el estado de ánimo negativo medido 12 horas después de la experiencia de falla, la condición de escritura interactuó con una tendencia de rasgo hacia la rumia. En este sentido, la creciente tendencia a rumiar produjo un estado de ánimo más negativo (menos recuperación de la falla), pero solo en los participantes que escribieron en la condición conceptual-evaluativa. Tanto la condición de la escritura como la tendencia a la rumia influyeron independientemente en las intrusiones y la evitación de la prueba durante las primeras 12 horas posteriores a la experiencia de la falla. Por lo tanto, en consonancia con las predicciones del estudio, la condición de escritura conceptual-evaluativa se asoció con mayores intrusiones y evitación sobre la prueba que la condición de escritura experiencial.

Estos resultados son particularmente relevantes para el tratamiento en curso de estados de ánimo negativos, lo que indica que un enfoque basado en la experiencia para experiencias negativas podría facilitar una mejor regulación del estado de ánimo en comparación con un enfoque evaluativo.

Sobre esta base, podríamos ofrecer una propuesta de investigación continua sobre la base de esta lectura. Debido a que la meditación basada en la atención plena puede ayudar a la persona a “sintonizar” la mente para ingresar al modo implícito según Teasdale (1999), se deduce que las personas entrenadas en la meditación de la atención plena pueden tener una ventaja estratégica en el procesamiento de las emociones negativas. De los resultados obtenidos por Watkins (2004), podríamos argumentar que un estado de ánimo menos negativo estaría presente en un grupo capacitado en atención plena en comparación con un grupo de control después de una inducción de estado de ánimo negativo. Dicho estudio propuesto ampliaría los resultados obtenidos por Watkins (2004) y abordaría las aplicaciones prácticas relevantes de sus hallazgos. En tal experimento, por ejemplo, los participantes se dividirían en condiciones de control y meditación. En el caso del último, los participantes se someterían a un período previo de entrenamiento en meditación de atención plena. Si vamos a encontrar diferencias significativas en el estado de ánimo según las condiciones, en las direcciones predichas considerando los hallazgos de Watkins (2004), esto implicaría evidencia de apoyo para las conclusiones del estudio, así como evidencia de aplicaciones prácticas de meditaciones de atención plena, específicamente en la regulación del estado de ánimo negativo después de un evento negativo. De manera más general, los resultados podrían hacernos cuestionar los modelos actuales sobre la efectividad de enfoques más cognitivos o conceptuales para los tratamientos del estado de ánimo negativo.  

En general, podríamos tratar una multitud de pensamientos que generan consecuencias negativas para nuestra salud físico-mental de la misma manera que tratamos ciertas enfermedades comunes como el resfriado, de vez en cuando llegan, pero en la misma medida que se presentan se van y debemos dejar que estos pensamientos se vayan naturalmente. El pensamiento es un aspecto útil, un pensamiento más racional podríamos decir, pero también podríamos argumentar que a veces, o tal vez muy a menudo, las creencias emocionales son tan fuertes que eclipsan cualquier pensamiento que tengamos y la mejor manera de lidiar con esto es a través de un modo experimental o experiencial. Y, en cierto modo, pensar que debemos hacer eso frente a las creencias que tenemos es una forma particular de pensar, por lo que no negamos que el pensamiento afecte o regule nuestra experiencia en última instancia. El problema está en los tipos de pensamiento y en la aceleración que causan, la ansiedad que generan y, de cierta manera, evitamos el insight o pensamos en cosas diferentes cuando damos espacio al modo experiencial.

Se podría decir de la siguiente manera: hay mucho más que un pensamiento en un pensamiento, porque el contenido emocional y sensorial y las ramificaciones que se extienden a través de diferentes ámbitos de nuestra cognición van más allá del pensamiento a un nivel conceptual, por lo que cambiar una idea irracional apelando al modo conceptual de pensar puede ser inútil. No solo eso, a veces dejar de lado la idea en lugar de concentrarse en ella es todo lo que se necesita para mejorar nuestra condición, ya que esta eventualmente desaparecerá con el paso del tiempo y la experiencia de la persona. Tal vez también podamos sugerir que el simple hecho de estar en el modo conceptual es a menudo la razón de nuestra alta ansiedad y estrés, ya que interrumpe con el flujo natural de nuestro funcionamiento, lo que ocurriría en un modo experimental, y porque generalmente se suele pensar demasiado esto puede abrumarnos en sí mismo, y puede hacerlo con pensamientos negativos. Por lo tanto, pensar en nuestros problemas como en la psicoterapia cognitivo conductual puede ser un arma de doble filo: puede ser beneficioso, pero también problemático. Debemos reconocer que hay otras formas, de abajo hacia arriba, encarnadas y perspicaces-holísticas para regular la emoción sin tener que pensar demasiado. Además, podríamos argumentar que muchas veces no es que ciertos pensamientos causen cosas como la ansiedad, sino que la ansiedad surge de los significados implicacionales de las cosas que nos rodean, y esto es lo que causa ciertos pensamientos que luego son un feedback para la ansiedad. A veces, las sensaciones corporales y los sentimientos asociados a la ansiedad son suficientes feedbacks para su aumento, independientemente del pensamiento. Ciertos pensamientos racionales pueden ayudar, debido a su relación con la emoción, pero las técnicas de atención plena y relajación pueden ser más efectivas, o simplemente dejar que los sentimientos desaparezcan de manera natural una vez que el cuerpo se active menos a tiempo y no se concentre demasiado en el tema .

No podemos negar que la metacognición es un aspecto esencial para la salud mental, y la psicoterapia cognitivo conductual funciona con esta herramienta, pensando en nuestros propios pensamientos y creencias, tratando de encontrar puntos de vista más racionales. Pero los enfoques experienciales podrían cubrir otros aspectos del significado que no se alcanzan solo con el pensamiento, y la comprensión y la integración implícita del significado podrían ser la herramienta detrás de la resolución de los problemas de salud mental y emocional. Esta podría ser la razón por la que las nuevas tendencias relativas, como la terapia cognitiva basada en la conciencia plena, han sido muy efectivas. Esto ha desafiado la visión de tener pensamientos saludables y positivos, o pensamientos más racionales, como algo bueno para resolver inquietudes emocionales, y ha promovido profundizar como resultado de la investigación en modelos multinivel de emoción y cognición. Este es el por qué del título de este ensayo, la idea es explorar un camino más allá de los pensamientos racionales para tratar los problemas de salud mental.

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